Santísimo Cristo de la Buena Muerte

Santísimo Cristo de la Buena Muerte. Crucificado, realizado en madera de ciprés policromada de tamaño menor del natural (1,60), de principios del siglo XVII continúa siendo obra anónima, aunque por su similitud con el Cristo de la salud de la Hermandad de la Carretería de Sevilla se puede atribuir a Matías de la Cruz.

Restaurado entre el 18 de octubre de 2.000 y el 7 de marzo de 2.001 por el imaginero Juan Manuel Miñarro López nacido en Sevilla en 1.954, de su gubia salieron, entre 1989 y 1990, las figuras de los soldados romanos y sayón del misterio del Cerro del Águila, también a esta hermandad talló en 1988 un San Juan Evangelista y en el 2.001 una Dolorosa para la Hermandad de la Borriquita de Alcalá de Guadaira. En cuanto a restauraciones: Magdalena de la Mortaja (1986) María Cleofás que figura en el misterio del Duelo del Sto. Entierro y el Señor Atado a la Columna de las Cigarreras (1994), Cristo de las Almas de los Javieres (1.998), Cristo de la Misericordia del Baratillo (2.000) y Cristo de la Sangre de San Benito (2.001) por citar solo las actuaciones realizadas en Sevilla.

En Cuanto al Santísimo Cristo de la Buena Muerte, Miñarro ha recuperado la encarnadura del Siglo XVIII, eliminando la intervención realizada en 1.956 por el artista jerezano afincado en Utrera y hermano de la corporación D. Francisco de la Milla y Aliaño, así como reponiendo el sudario original, perdido en la citada actuación del siglo XVIII, que si son cierta las afirmaciones de que este crucificado era el antiguo de la Vera-Cruz, debe de datar de julio de 1.738, cuando se le efectúa esta intervención por Juan de Orrego, maestro dorador, para consolidar la policromía original del siglo XVI perdida en parte en el costado derecho y se le mutila el paño de pureza para adaptarlo a la moda de aquella época y ponerle sudario de vestir. La talla representa a Cristo ya muerto con su cabeza reclinada, boca entornada y unos ojos que cansados se dejan caer pesados en un dulce sueño. Sin embargo, esa placidez de su rostro (de ahí su nombre a partir de ser cedido a la Hermandad), contrasta con su cuerpo aun tenso e inflamado en el que quedan patente las secuelas de la Pasión, cuyos músculos indican que no ha sido fácil abrir la puerta de la Esperanza a los hombres. Anecdóticamente se cuenta que este crucificado, que al menos desde principio de siglo XX (ya figura en el inventario de la parroquia de 1.903) se encontraba en la sacristía de Santiago bajo un dosel de terciopelo rojo, bien conocía ya a los gitanos, pues ante Él solían celebrarse muchas de sus bodas y bautizos.

Oración al Santísimo Cristo de la Buena Muerte

Al pie de tu cruz
Santísimo Cristo de la
Buena Muerte,
Contemplo tu rostro
Y todo tu cuerpo moreno
Dolorido, triturado.
Porque no es buena
Ninguna muerte en cruz
Fue tu amor por nosotros,
Cristo de la Buena
Muerte el que
Voluntariamente
Te entregó a padecer.
Ayúdame a vivir amándote
A ti y a mis hermanos,
Viviendo plenamente
Los misterios de la redención
Sea la mía una Muerte buena
Y que pueda gozar eternamente
De la vida celestial. Amén.
Santísimo Cristo de la Buena Muerte
tu amor me da vida.